Cuando sientan que su tarea no es comprendida y que es poco lo que pueden hacer para frenar tanto maltrato y violencia, cuando sientan que el ánimo decae, recuerden esta historia que una vez escuché y ahora les transmito:
Un niño se paseaba por la playa.
La marea había arrojado a la arena cientos y cientos de estrellas
de mar que bajo los rayos del sol empezaban a morir.
El niño recogía una tras otra y las tiraba hacia las olas.
Un hombre pasó y le preguntó lo que hacía.
El pequeño explicó que las devolvía al mar para que no murieran.
El hombre sonrió burlón y dijo:
¿No te das cuenta que son cientos de cientos?
El niño alzó una estrella, la miró con ternura
y mientras la lanzaba a las olas salvadoras respondió.
No podré atender a todas pero para ésta ya su suerte ha cambiado.
Alguna vez alguien dijo:
"...No tengo en mis manos la solución de los problemas del mundo, pero frente a los problemas del mundo tengo mis manos…"
"...No tengo en mis manos la solución de los problemas del mundo, pero frente a los problemas del mundo tengo mis manos…"
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