jueves, 4 de febrero de 2010

Una rama hirió de gravedad a una joven; hay 160 evacuados



Temporal. El accidente fue en Maldonado. Desplazados, en Río Negro y Paysandú

DANIEL ROJAS Y SANDRA KANOVICH

"Pasamos muchos nervios. Pudimos subir cosas al techo y las habíamos repartido entre las dos casas, pero se inundaron", contó Gladys Sosa de Paso de la Cruz, un día después de las lluvias que causaron 160 evacuados en Río Negro y Paysandú.

Ayer de mañana, cuando comenzó a soplar el viento previo al temporal que se desató en Maldonado, Shirley Martínez, de 18 años, estaba sentada en una parada de ómnibus en Acuña de Figueroa y Burnett cuando la rama de un árbol se desprendió y le provocó heridas graves en la cabeza. Fue derivada a un centro asistencial.

Mientras que Paso de la Cruz intenta recuperarse del fenómeno que se abatió con fuerza sobre esa localidad de Río Negro el martes pasado. En menos de dos horas cayeron más de 100 milímetros. Casi 200, en el transcurso de la mañana y media tarde, ocasionaron el desborde del arroyo Don Esteban, como jamás se había visto.

El agua avanzó en una hora y media por la zona costera del poblado desplazando a 24 familias (60 personas). Otras tres quedaron aisladas porque la creciente no les dio tiempo de salir y, ante el temor de ser arrastradas por la fuerte correntada, optaron por aguantar "rezando" entre cuatro paredes inundadas de agua y barro.

Cuando los alcanzó la creciente, la familia de Gladys vivió un caos entre los niños que lloraban y los sonidos de animales desesperados que habían quedado atrapados en el agua. "Estuvimos con la vaca adentro y un ternero metido entre los gurises que lloraban... fue horrible, espantoso y nos encerró porque no nos dio tiempo a salir", recordó. "Nunca vivimos algo así", dijo la mujer.

Fue la mayor inundación que recuerdan los vecinos de este pequeño poblado ubicado a 130 kilómetros de Fray Bentos. Ayer el arroyo regresaba rápidamente a su cauce y el pueblo volvió a estar conectado, pero quienes padecieron la creciente no lo olvidarán jamás. A las cuantiosas pérdidas materiales, entre las que se cuentan muebles y electrodomésticos que no pudieron ser desconectados, se suma la sensación de vulnerabilidad. Tres familias encuestadas por el arquitecto municipal Carlos Sobrino expresaron su deseo de no vivir más en esa zona por temor a que los sorprenda otro fenómeno similar.

Algunos agradecían a Dios que todo se dio durante el día, porque si la inundación se hubiera desencadenado de madrugada perfectamente podría haber ocurrido una tragedia. José Alberto Molina, de 82 años, perdió todo lo que tenía. Su humilde vivienda de dos ambientes fue literalmente arrasada por el agua. Uno de los techos de chapa fue a parar 30 metros al Sur de lo que era su casa y ayer era ayudado por los vecinos para secar ropa.

"El desborde del arroyo "tapó y rompió todo, a mí no me dejó nada. Nunca pensé que me tirara mi casa de material", dijo José. Afortunadamente en una comunidad pequeña lo que no falta es la solidaridad. De inmediato un vecino le ofreció un lugar para vivir.

El director general de Obras Jorge Gallo y la directora de Políticas Sociales de la comuna, Margarita Long, recorrieron la zona ofreciendo ayuda. A los damnificados se les entregó víveres secos, colchones y canastas con productos de limpieza.

PAYSANDÚ.
Las lluvias cesaron y la situación generada por ellas el martes tiende a normalizarse, pero un centenar de personas permanece afuera de sus hogares. La mitad de ellas están alojadas en la Seccional 3a. de Policía, otras 10 en el refugio La Heroica y las otras son 17 familias del barrio Los Álamos, que improvisaron carpas hasta que sus casas y pertenencias, afectadas por el desborde del arroyo La Curtiembre, se sequen.

Las autoridades estiman que en 24 horas todos los damnificados estarán en condiciones de regresar a sus hogares. Por prevención, ante el mantenimiento de la alerta meteorológica naranja vigente hasta las 10 horas de hoy, el Comité de Emergencia definió ayer sostener la ayuda de colchones, ropa y alimentos a los realojados en las instalaciones policiales y también armar dos carpas con lugar para 20 personas.

En termas de Almirón el arroyo Guayabos Chico se desbordó a un nivel sin precedentes, indicó a El País el secretario de la Junta Local de Guichón, Danny Silveira. Las aguas alcanzaron las salas de calentamiento, calderas, filtros, lavadero y la planta potabilizadora del complejo termal. Quienes estaban acampados debieron trasladarse a un salón multiuso. La crecida del mismo arroyo interrumpió por unas tres horas el tránsito de la ruta 90, un hecho que Silveira definió como "histórico y nunca visto".

A pocos kilómetros de allí, once familias de Piedras Coloradas solicitaron asistencia a la Intendencia por anegamiento y dificultades en sus viviendas. No obstante, solamente una de ellas debió ser realojada en el salón comunal de Mevir, informó Caraballo. Una asistente social de la Intendencia visitó ayer el lugar para evaluar las necesidades y llevar productos de limpieza.

Una vez más, la colonia Juan Gutiérrez quedó incomunicada por la crecida del río Queguay. Quien procurara ingresar o salir del lugar debía, hasta ayer, emplear un camino alternativo, que supone un recorrido más extenso, explicó Silveira.

En la localidad de Tupambaé en Cerro Largo el viento voló el techo de una casa, quebró vidrios de al menos cinco viviendas y tiró varios árboles. "Las chapas de mi casa aún no han sido encontradas", dijo Cristin de Armas.

En Rocha los vientos llegaron a rachas de casi 90 kilómetros y tiraron una gran rama de un árbol de la plaza Independencia de la capital.

Ayer en Florida sobre las 13.40 se registraron rachas de viento de 84 kilómetros en la hora que causaron la caída de grandes ramas y gajos, principalmente en zonas de parques.

La tormenta eléctrica provocó problemas en las comunicaciones de una mutualista floridense y decenas de reclamos a las empresas de cable. (Producción: Marcelo Gallardo, Eduardo González, Néstor Araújo, Alexis Trucido, Renzo Rossello y María Eugenia Lima).

Técnicos de Meteorología podrían levantar hoy medidas de protesta

Los funcionarios de la Dirección Nacional de Meteorología podrían levantar hoy el conflicto que mantuvo paralizado ayer el servicio, que emitió sólo advertencias y pronósticos marítimos.


El diferendo se planteó a raíz del atraso en el pago de sueldos de enero para los funcionarios que tienen contrato a término, quienes conforman el 90% de los técnicos que trabajan en el servicio. "Hemos tenido contactos con el Ministerio de Defensa (del que depende el organismo), que se comprometió a acelerar los trámites para hacer efectivo el pago e incluso a generar una partida de adelanto", señaló la presidenta de la Agrupación de Trabajadores de Meteorología, Cristina Mathisson.

De ratificarse estos términos, el gremio evaluará hoy a las 10 de la mañana en asamblea el levantamiento de las medidas. Las mismas habían implicado la no emisión del pronóstico oficial, aunque sí las advertencias. De hecho, ayer por la tarde emitieron el alerta código naranja con validez hasta hoy a las 10.

Los trabajadores del organismo arrastran un conflicto cuyo reclamo central es la salida de la DNM de Defensa. Pero también exigen que los técnicos contratados a término pasen a quedar en carácter estable, o bajo la categoría de contrato de función pública. Según informaron ayer en un comunicado gremial los técnicos reciben un sueldo que oscila entre los $ 6.500 y $ 7.500, retribución que consideran insuficiente.

FUENTE: El País Digital

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