lunes, 12 de abril de 2010

GORILLAZ: La playa tóxica y sofisticada de los dibujitos de Damon Albarn


Gorillaz. Un sofisticado balneario con los cartoons del ex Blur e invitados

SEBASTIÁN AUYANET

Lo primero que dijo el creador de la música de Gorillaz, Damon Albarn, post regreso apoteósico con su primera banda Blur, fue que el nuevo disco de la banda de cartoons iba a ser el disco más pop de su carrera. Pero Plastic beach está lejos de eso.

O bien Albarn pecó de ansiedad o cambió de opinión días antes del master, porque Plastic beach no sólo es menos pop que Demon days, ya no digamos discos como 13 o Parklife, clásicos de la banda en la que se hizo famoso en tiempos de guerra por la supremacía en el Britpop contra los hermanos Gallagher.

Pero el disco sí cumple con algo: demostrar que el talento y la creatividad de Albarn jugaban en otro plano, lejos de la zona de confort de las canciones inolvidables de los Gallagher, dos cosas que se contrapusieron apenas por un argumento marketinero puesto a dirigir las cabezas de jóvenes músicos británicos sin mucha idea del negocio.

En definitiva, que tal disyuntiva hoy es poco más que una anécdota y que Plastic beach es una nueva muestra del genio de Albarn, en este caso más aplicado a la intención del disco como concepto. El paseo por esta playa de plástico es mejor si se escucha entero, con su arranque orquestal y sus descansos y estaciones electrónicas, africanas y hiphoperas. El entorno para estos dibujitos que un padre conservador no dudaría en ocultar es un lugar en el que, entre otras cosas son perseguidos a toda velocidad por un Bruce Willis que recuerda a Butch, su personaje de Pulp Fiction. Eso pasa en Stylo, el primer corte de difusión; una canción bien sintetizada -aunque sin mucho color de de single- en la que un poderoso Bobby Womack emerge dos o tres veces.

Plastic beach no es un disco de pop por la simple razón de que no hay una canción al estilo de Clint Eastwood, Feel good Inc. o de Kids with guns, las tres canciones que dispararon el éxito de esta banda de dibujitos animados por Jamie Hewlett. Quizá Superfast jellyfish, un picante hip hop jinglero, sea la única canción del trabajo a la altura de sus éxitos. Colabora mucho la presencia de De la Soul, expertos en hacer buen pop dentro del género.

Como plataforma de caprichos, el disco también tiene su mérito. No es poca cosa tener a los ex The Clash Mick Jones y Paul Simonon haciendo música juntos, mucho menos transformar al hirsuto Lou Reed en el músico versátil que no es. Eso sucede en Some kind of nature, donde ambos se apañan para que la canción sea otro punto saliente del disco, con el viejo Lou entre esos sonidos a juguetería amigable y a la vez siniestra. En Plastic beach Albarn define algunos otros picos como Sweepstakes (con Mos Def) y varias mesetas de cruce entre electrónica y toques precisos de world music, algo con lo que coquetea desde hace varios años.

La pregunta ahora es hasta cuándo el proyecto Gorillaz seguirá siendo algo tan divertido para sus creadores. Es que lo único que se le nota a Plastic beach es una cierta falta de frescura en comparación a los anteriores trabajos. Aunque parezca contradictorio, eso no le resta brillo. Es que Albarn puede jugar a favor o en contra de esa intención sin perder nada de sofisticación. El disco termina y no es raro tener ganas de repetir ese paseo por el ambiente tóxico de sus canciones.

FUENTE: El País Digital

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